lunes, mayo 12, 2008

La parca invertida

Abre los ojos, uno morado. Un cartel se hamaca distraído y proyecta su sombra de medidodía sobre aquel hígado quebrado bajo una piel de lienzo carcomido.
Resaca.
Cree no poder levantarse del pantano de vómito en el que flota, separarse del conjunto de grumos orgánicos y pútridos: es uno más. Su mente le pasa factura, y mientras se balancea en 3/4 sobre la superficie turbia de su propio estanque viceral, la tortura con un vals de Strauss hijo. La palanca de la rocola está inutilizada; no le queda más remedio que seguir flotando a ese ritmo humillante en su escoria.
Tiene miedo de descender, de hundirse hasta ahogarse; se consuela pensando que por lo menos puede respirar, de seguir inmovil sobre la superficie.
Sabe que la hoja de la guadaña está desafilada y oxidada, que la maleza creció de más, y que los cuerpos se le amontonaron como en una cadena de montaje boba.
Se apoya sobre sus codos gastados de hueso amarillento. El sonido de su cuello al rotar lo asemeja a una matraca vomitada. Trata de reírse ante esta imagen pero no puede; el dolor de cabeza es enorme y su mente siniestra no se lo permite.
El viento arroja una hoja de diario sobre su cara. Consigue sentarse medio encorvada, lo toma con sus falanges expuestas y lo aleja para leerlo a traves de sus cuencas vacías.
"La tierra está agotada. Se necesitan dadores de cuerpos para su abono y regeneración (...)"
Quizás sea hora de ir a buscar a "voluntarios".
Sus huesos se aflojan. Da con la nuca en la vereda, y aunque el colchón de vómito amortigua, queda inconciente una vez más.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

el tarot no funciona: ya te deberias haber mudado con nadia en abril
muajaja

5:55 p. m.  

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