domingo, marzo 18, 2007

Gotera

Mirar. Mirar con ojos de bebé. Ver. Ver formas. No ver caras ni pelos, ni ojos, ni bocas, ni labios, ni dientes, ni narices, ni orejas, ni sonrisas, ni brazos, pieles, pechos, manos, cuerpos... tan solo un remolino de formas y colores mutando, vibrando y fluctuando sin cesar.
Imposible; sacarle el rótulo a todas las cosas y esconderlas en un armario. Se viene abajo.
Detrás de tus ojos hay un camino. El sondeo parece sensillo. Una senda, un paisaje pastoral, lleno de aire bucólico y rocío de leche, hasta la tranquera que está cerrada. Al intentar saltarla caigo y vuelvo a salir. No puedo atravesarla ni abrirla.
Detrás de mis ojos, hielo. Muralla gélida, nada entra, nada sale. Aún así, se derrite, de a poco. Cada gota que se escurre es un segundo menos. Reloj de agua. Regresiva mojada de un presente que se escurre. Y yo sin trapo de piso ni cacerola.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

y si te acaban por derretir? hay que decidir que hacer con todo ese agua.... valga o no la pena ya empezó... y todos los sentimientos estancados se alborotan por salir...
y si te acaban por congelar? valga o no la pena la estaticidad de la vida ya estuvo allí...
y si te acabas por rendir? y si te acabas por alborotar?
y si aquel remolino no deja de pasar por tu cabeza? y si aquel remolino acaba por volverte loco?
un momento de felicidad... un momento de culpa... un momento de enfermedad...

3:59 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home