Algo, Abraham, hecho (Agrupación palabreril con forma de embudo de plástico):

Vais por las calles, esquivando viejas zigzagueantes, zombies SMSeando y gotas de aceite chorreante de la ciudad, jugando pulseadas de miradas con quienes vienen en sentido contrario; quizás -y hasta seguramente, lo hagáis- os detengáis mentalmente en algun ser particular: caminante preciosa, con porte y andar lleno de gracia, formas incitantes y mirada profunda. Mujer templaria, ¡la belleza! Imaginadla ahora desprovista de sus sendas y elegantes ropas, en la sensillez del cuerpo desnudo, con su mucosa nasal chorreante de congestión, su liquido biliar a punto de estallar por su desastrozo comportamiento alimenticio, el mal aliento de la acidez del stress; un pelotón de millones de granos de acné dispuestos a atacar con sus cañones de pus, emergiento debajo de su suave y terciada piel; heces bajo sus curvas, fluidos pringosos, manchas seminales de algun evento anterior, cera glaceando sus dulces oidos...
Quizas el viejo Platón de aca a la vuelta no estaba tan errado. Tratad de imaginar belleza en la misma mujer ahora.
Quiero máscaras, no relleno grumoso;
quiero telas y piel; tan solo ese roce.
Quiero esos perfumes artificiales,
jugar entre la carne y la idea,

y congelar ese momento de belleza:
permanecer en el puente, allí mismo,
ni de un lado, ni al otro,
limbo,
pasaje,
equilibrio insostenible.