martes, junio 26, 2007

Le Carnaval des Animaux

Míuu observa con inocencia fingida a la obeja que despierta en su cama, con algunas contunciones y pérdida de masa encefálica por dieta de ideas livianas y sin calorías. -Míuu, míuu - pronuncia con esa forma sutil de escarmiento sugestivo que lo caracteriza, y desaparece. Quizás sepa de que se trata.
La obeja se sobresalta y recorre el habitáculo con la mirada. Se pone a balar las canciones que anoche aullase y no suenan igual. Cuanta esquizofrenia, linda; cuanta esquizofrenia y ruido blanco en estereo.
¡Comienza la búsqueda del tunel de anoche!: ¿dónde está la entrada? ¿cómo fue que llegó a la cama? La boca del tunel es hallada; un pinchazo de morfina roja en el brazo. Entonces fue cierto:
La big band de elefantes berreaba en sueños al son del ululato del buho. Pócimas de sangre y vodka comprado en un viejo kabak: ¡volvimos a Rusia! Lobos guarreando en las rústicas estepas, trepando las rejas de los campos de confinación sin demasiado éxito con la agilidad vertiginosa de las balalaikas. Solo como preludio.
Luna llena, número cabalístico en el calendario; leyendas y profesías despiertan con la morfina y el vodka. El espejo estalla y las esquirlas los rodean. ¿Bailamos? Vals lobezno con ferocidad, garras que no desgarran pero invocan a los arquetipos ancestrales y salvajes al ritual reflejado en los fragmentos especulares.
El cuidador del zoo se encapucha con una cogulla descartable y les arroja una mandioca sosa. ¿Lobos vegetarianos? Con algo de magia, conjuros y también perjuros la convierten en carne y la deboran fieramente.
Consiguen mayar en el interludio; sonrisas que destilan ternura, dejan entrever colmillos afilados que no muerden.
La tormenta pretende enseñarles el destino de la hybris a las bestias. Ellas, bailan bajo la lluvia distridamente.
La luna se debilita; el hechizo comienza pronto a perder efecto. Los cueros de a poco se van convirtiendo en lanas; las garras, en pezuñas.
Las obejas amanecen confundidas ante el recuerdo de tanta irrealidad rítmica y frenética.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué historia psicodeléitica, me parece que estos días tuve un sueño parecido, creo que antes de dormirme contaba ovejas que saltaban de un lado al otro de una cerca infinitas veces y un lobo llevaba la cuenta de los saltos y silbaba.
Qué disparate.

2:14 p. m.  

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