La Vagina Turuleca

Una muajajesca mañana salió a caminar. Los Gianolas de Bengala y los Julianes Gueiches Pardos acechaban con sus productos limpiadores en mano. Al pasar, la Vagina Turuleca los advirtió a tiempo como para huir con su mente y medias sucias, tal como le gustaba tenerlas.
Los Gianolas se extinguieron y los Julianes Gueyches evolucionaron a una especie de cartulina corrugada araña; el agujerito finalmente tuvo fin.
La Vagina turuleca paso por la peluquería a hacerse la planchita, y un baño de crema.
Camino dos cuadras y se tomo un taxi de tres patas, lo hizo conducir un rato y le pidio de doblar a mitad de cuadra. El coche se incrustó en una juguetería. Si fuera aun niña hubiera saqueado todo el negocio, pero ya nada de eso le atraía. La Vagina Turuleca se entristecio por estar perdiendo su inocencia y empezó a llorar lagrimas de sangre. Su madre le prestó una carilina con olor a Tuti-Fruti con alas para que secase su llanto con el Flop-Gel, que captura y gelatiniza los lamentos de todas las vaginas, Turulecas o no.
La Vagina Turuleca, ha puesto un huevo, a puesto dos, a puesto tres. La Vagina Turuleca fue apuñalada con una daga carnosa y su niñez acabó dentro de si.

Ya de vieja, se practicó un lifting rejuvenecedor, pero ya nunca fue lo mismo que aquel dia muajajesco. Vagina, va, lejos.