domingo, agosto 12, 2007

El increible Hall

(Dos Dioses se encuentran en la oscuridad. Se saludan y se sientan contra una pared)
Dios 1: Me estabas contando...
Dios 2: Ah, sí, cierto. ¿Querés que siga?
Dios 1: Sí, ya estoy cansado del mío. Terminá de contarme del que hiciste vos.
Dios 2: (retomando) el viejo negro jazzero está al mando de una espineta, y dos trompetas se le unen desde la escalera de atrás. ¿Los cliches se nos están permitidos, cierto?
Dios 1: Cierto.
Dios 2: Estupendo, porque era ciego, y tocaba con una sonrisa luminosa y fresca. Yo también les di a La Música, ellos supieron que hacer con ella, y ella supo corresponderlos; no como tu amiga Aletheia.
Dios 1: No es mi amiga, y no tuvo la culpa. Ellos quisieron desnudarla bruscamente, poseerla; no es de esa clase; o al menos no en la primera cita. Dame un trago (toma la botella de la que bebe el otro Dios)
Dios 2: ¿Ah, no lo es?
Dios 1: (Tragando) No.
Dios 2: Que sí.
Dios 1: Que no, te digo.
Dios 2: ¡Que sí!
Dios 1: Que no, no, no, no. Lala-lalaaa, no te escuchooo.
Dios 2: Bueno, basta, está bien. Sigo: mientras sonaba esa especie de jazz barroco, entraron un hombre y una mujer por la puerta principal del hall. Eran peregrinos errantes, tenían mucho hambre.
Dios 1: ¿Y cómo llegaron ahí?
Dios 2: ¡Dios, no sé! Tan omnisciente no soy. Bueno, lo que pasó entonces fue que comenzaron a deborar desesperadamente todo lo que había sobre la mesa, y lo que los cocineros llegaban a preparar. Pero seguían tan hambrientos y se los veía igual de famélicos que al llegar. Y ¿sabés que?
Dios 1: ¿Qué? ¡¿Qué?! Dale, se pone aburrido.
Dios 2: ¡Se dieron cuenta! ¡Sí, lo notaron! Deberías haber visto sus caras de espanto. Vieron el truco y no les gustó. ¡Descubrieron el espejizmo, los muros de moral, baratos, y la carne y frutos de eter! Entonces comenzaron a correr, atravesando las paredes de la Institución con la seguridad de un fantasma, hasta que volvieron al desierto...
Dios 1: Peor para ellos. Che, ¿no te jode si después me terminas de contar que pasó? Justo que hablabamos de Aletheia, viene esta noche a cenar a mi p.h. en el Valhala y me quiero arreglar, sí?


- ¿Cómo lo notaste? - le preguntó jadeando sobre las dunas. - ¿Que cómo lo noté? Igual que vos. Ese granito de arena en el medio del increíble hall. ¿Qué hacía ahí? ¡Era absurdo! - Sí, como todos estos otros. -
Tuvieron que aceptarlo; no había salida, es decir, entrada. Salvo aquella, que no se alejaba ni hacia atrás, adelante o a los lados: correr a las antípodas. Entonces abrieron las puertas del zótano y comenzaron a descender por esos peldaños innumerables. Un largo y oscuro camino, interrumpido por algún que otro flash de antorcha.
Al bajar el último escalón, estaban en la cima del campanario de la perdición; él no la vio más a ella, ni ella a él, y sin embargo ahí estaban los dos. Por debajo de las barandas de los bordes fluían los cúmulos de locura e irracionalidad, llenando todo el vacío.
Y ahí, en lo más alto, en el auge o paroxismo de sus vidas, aunque la soledad y el desarraigo fuesen atroces, hallaron aire fresco y espléndidas aves, y el consuelo de tirar de las cuerdas de esas campanas atlantes para ser oídos hasta en aquella lejana ciudad.
- Nuestros hijos se retuercen en el limbo; todavía no les toca venir.
- Es irrisorio, pero hay que aceptarlo. Acá estamos .


Dios 1: ... ¿te sirvo otra copa, linda?

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Servime las copas que quieras!
¿Como puedo tener tu libro?
¿Tiene cosas que escribiste aca, o hay otras?
Hace mucho que no te escribia, volvi y sacaste un libro. ¿Que me perdi?
Saludos

8:26 p. m.  
Blogger Espiritu Muajajesco said...

Misterioso/a señor/a anónimo/a:

Como le va? Perdón por mi ignorancia, pero sabrá comprender que "conozco" más anónimos que gente con identidad, por lo que ignoro cual de todos ellos sea ud.
El libro tiene cosas que escribí aca, y algunas otras también. Segun la editorial, se vende en algunas librerias, pero perdi la lista y nunca supe si era asi. Asi que las formas serian:
a) encontrar alguna libreria que lo tenga.
b) ir hasta la editorial, que ahi deben tener (Ayacucho 357, y Corrientes, Capital).
c) arreglar conmigo, y buscar la forma de darselo sin necesidad de que salga del anonimato, cosa que, infiero, debe pretender, como todo buen anonimo que se precie de serlo.
Que ande usted bien, o al menos lo disimule bastante.

1:14 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Soy una misteriosa señora anónima.
Creo que de las 3 opciones que me diste la más segura es ir a la editorial. Porque la primera es al azar. Y con la última fácilmente pierdo mi anonimato.
Muchas Gracias por su atención.
Saludos anónimos.

12:23 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home