15-5991-3057
Ockeghem llora en una radio; sus lagrimas renacentistas con plicas se mezclan con la estática del moderno artefacto. No comulgan, ni copulan. La anacronía de sus sexos es tan triste como infertil.
La sangre decora el piso en salpicré; el cachorro se desangra y mira con ojos bobos a su protector. Él sabe que la criatura peluda no conoce a Pollock, y que nunca manifestó el mas mínimo interés en el arte. La muerte no será menos inflexible por esto.
El perro sangra. Ockghem sigue llorando. El cachorro se nos va.
La sangre decora el piso en salpicré; el cachorro se desangra y mira con ojos bobos a su protector. Él sabe que la criatura peluda no conoce a Pollock, y que nunca manifestó el mas mínimo interés en el arte. La muerte no será menos inflexible por esto.
El perro sangra. Ockghem sigue llorando. El cachorro se nos va.