martes, abril 29, 2008

Traba

Escribimos porque creemos en el poder de la palabra. Tocamos por que creemos en la conexión. Nos crucificamos por el valor y el brillo de la sangre fresca que emanamos. Creemos en el precio del dolor al martirizarnos.
O al menos intentamos creer.
Nadie pudo decir con certeza cuándo fue que la esfera cayó contra alfombra de la historia, si fue cierto que cayó o si en verdad fue arrojada. Lo cierto es que al intentar volver, reptando por el negro y estrecho túnel que lleva a lo que fue, nos rebanamos el pecho con las esquirlas enredadas en el entramado.
Y aún así, la clave debe estar en ese camino, hundida y enterrada en vidrio y sangre. Quizás sea necesario endurecer el pecho hasta insensibilizarlo, como los pies del faquir, para llegar a la llave olvidada, regresar hasta esta puerta atorada y poder seguir viaje.